miércoles, 6 de abril de 2011

LA FRAGILIDAD SE EMBRIAGA, CANTA Y TOCA MADERA I…

La abuela Matilde me dijo que había estado en mundos muy raros… Contó que hace muchos años a la heladería (bar) más popular de su pueblo natal llegaba una vez por semana a tomarse unos tragos, al principio acompañada porque era muy mal visto que una mujer sola entrara, así que después de su faena iba con alguno de sus hijos mayores cuando le llevaban la idea, o con sus compañeros de trabajo del dispensario donde trabajaba. El abuelo ya no estaba desde hace años atrás, su hígado no resistió los embates del licor, y la abuela aún tenía un hijo menor que debía sacar adelante. Se volvió una clienta tan habitual del negocio que todo el mundo la reconocía, nunca se tomaba más de 3 copas (mmmm, eso dice ella!), al parecer era muy sociable y simpática entre la gente, se ganó el respeto de los trabajadores extenuados y los vagabundos consumados que copaban de calidez ese modesto, oscuro y bohemio lugar. Al final ya era indiferente que no llegara acompañada, en cualquier mesa le abrían campo y escuchaban sus jocosas anécdotas, además que fue muy buena consejera en eso que llaman “males de amor”, por eso sabía más pecados de la gente que el mismo cura del pueblo, más o menos así describía mi abuela algunos panoramas:

Mijo, tantas cosas que vi, si su abuelo no se hubiera muerto yo nunca hubiera conocido ese lugar, vi de todo, casi nada me asustaba pero sí conocí muchas cosas que antes no tenía idea.

Me acuerdo de una pareja que iba seguidito y bailaban sus buenos boleritos, don Fabio, él era más bien como sin gracia y ya entradito en años como yo, Carmen, mucho más alta que él, y en edad de merecer a alguno mucho más joven, lo que pasa es que el tipo era jefe de todos sus hermanos, me imagino que por eso salía con él, en ese pueblo era bien difícil tener un trabajito estable, eso sí era puro interés, la china se vendió por un plato de lentejas, esa es la verdad. Una vez pude hablar con Fabio, yo que lo conocía de toda la vida me atreví a decirle lo que yo pensaba, muy formal el señor me dijo: “Matilde, sumercé cree que a mis años no lo sé? No soy tan ingenuo, lo sé pero trato de no pensar en eso, es que pa mí ser feliz es no estar sólo así me toque pagar por eso, no puedo hacer más, si no tengo nada que ofrecer ni el saludo mereceré, no voy a enterrar mi plata conmigo así que prefiero usarla en pasar el tiempo que me quede bien o mal acompañado… . Ahí sí lo entendí, el tipo es muy práctico ahora ya no juzgo a Fabio, es que es tan pobre que lo único que tiene es plata, con Carmen si tengo mis reservas, pero por ahora necesita su plato de lentejas, qué vida no?

… Otro era un muy buen mozo, agraciado, normalmente iba sólo y casi siempre salía acompañado. No era sólo la pinta, era pura labia, nació para conquistar, se empezaba sintiendo como eso que ustedes llaman ahora “intenso” y terminaba siendo un agradable conversador. Ni idea qué pasaba de la heladería hacia afuera con sus conquistadas de turno, yo la verdad pienso que no pasaba de acompañarlas a sus casas, porque yo sí lo conocí de chiquito ya que la mamá nos ayudó un tiempo en la finca. Era un chino más resabiado a ratos, nunca quiso estudiar ni trabajar con juicio, se la pasaba haciendo pataleta por todo, una de sus amiguitas me lo confirmó, dijo que era un resentido, un aguafiestas, tal vez la heladería era su cuarto de hora, el de la mejor cara, como entrar a un teatro y hacer de cuenta que los de las otras mesas son los espectadores de su presentación…

… Tampoco faltaba el borrachito que perdía sus cabales, don Mariano estaba mal arreglado, siempre hacía sonar la misma ranchera de siempre, jadeaba al hablar, cantaba muy mal el pobre, con una barrigota de tanta pola que se había tomado, pero pa mí era el único que hablaba franco, de frente (a veces armaba unos zaperocos con puños y todo!!), decía en secreto que odiaba cuando hablaban con mucha cortesía, que eso no salía del corazón, las formalidades son muy disimuladas, no se puede esconder en eso la falta de un buen deseo de amistad, finalmente eso revienta, y como que hacía el juego, su borrachera lo hacía pasar como ignorante pero era una esponjita completa, hablar con él en sano juicio es una delicia, pero a él no le gusta, sólo con copas habla, decía que a veces por conocer a los que le hablaban o por la curiosidad de saber hasta dónde llegaba la gente se hacía mostrar como si estuviera más borracho de lo que realmente estaba, eso me lo confirmaba su hijo, con el único que hablaba en sano juicio, como le pudo dar estudio en la ciudad y el criaturo salió muy juicioso él decía de su papá “… mi viejo nunca estudió, le fue bien en los negocios y nos dio lo que pedíamos, hace años está en la quiebra por gusto propio, lo que más admiro de él es su capacidad de filtrar, escudriñar, analizar y reconstruir con una breve estancia en cualquier lugar o con una mínima conversación, lo que más le reprocho es que ese don que tiene es como un tesoro, pero en un cofre cerrado, pocas veces le saca beneficio, es como un voyerista, muchas cosas que presumo percibe no salen de su cabeza, por eso sigue ebrio, desaliñado, buscando esa llave para abrir el gran cofre de ese tesoro que lleva dentro ”…

Puedo acá seguir contándole muchos chismes mijo, ahí me voy acordando de más historias, pero pa no aburrirlo venga mañana a almorzar y le cuento las dos últimas, la de la fufurufa del pueblo y los dueños de la heladería. Lo espero, traiga una libra de café sin moler que acá hacemos un tinto bien cerrero, como nos gusta en la familia…

Saludos…