Estuvimos con mi hijo un par de días en la finca de mi papá, no es miedoso así que le gusta montar en lo que sea, estuvo muy tranquila la visita, no había comentado mucho de él desde diciembre en este blog, pues bien, Sebastián sigue igual de alegre y sano, cuando está conmigo no se me despega, cuando entro al baño él me espera pegado a la puerta, y aunque sigue atrasado con el lenguaje ha avanzado considerablemente porque ya compone frases simples y usa unos cuantos verbos y calificativos, claro que toca corregirle los pronombres pero creo que no se ha estancado con eso, simplemente avanza un poco más lento, a veces dejo la intensidad y comento “qué afán de hablar, finalmente va a tener toda una vida para hacerlo”. Mi mamá dijo que yo hablé hasta los cuatro años así que muchos supondrían alguna tendencia genética, pero la realidad es que eso no tiene fundamento. Los fonoaudiólogos, terapistas de lenguaje y los que saben de niños profesional o empíricamente coinciden en que si bien unos niños son más loros que otros el problema es mera falta de estimulación. Ya se nivelará. Lo duro de confesar en estos últimos tres meses es que bajé la intensidad con mi niño, mejor dicho, lo tengo descuidado. A ver, que se pare en frente mío un papá o una mamá y reconozca algo así, nadie tiene la cara para hacerlo, verdad? Por un lado he copado mucho mi tiempo y energías en buscar cosas para mí, juego con él más poco cuando estamos los domingos, hace rato no lo he llevado a mi apartamento a quedarse conmigo una noche ni le he enriquecido mucho las diapositivas con las que le he enseñado vocabulario en estos últimos tres meses, hace más de un mes que entró a un nuevo jardín y no he ido a hablar con la profesora siquiera para presentarme. No sé qué tan buen padre sea yo, que juzgue el que quiera hacerlo, simplemente sé que puedo dar más con Sebastián y no lo he hecho últimamente. Las razones de fondo las tengo más o menos claras pero me las reservo, obviamente el peladito no tiene la culpa y creo que por ahora está mejor al lado de la mamá. Berraco esto de confesar, no? Mi esperanza es serle útil y aportarle un poco más adelante, espero que cuando más lo necesite. Así que los padres y madres que se ufanan de estar toda la vida igual de pendientes de sus hijos simplemente se engañan a sí mismos, lapídenme por estar consciente de eso y no hacer mucho por ahora para cambiarlo, pero es mi realidad, lo que confieso en esta semana santa. Saludos
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