lunes, 23 de mayo de 2011

Vendiendo gallinas, fumando Pielrojas

La siguiente anécdota de advertencia que me narró hace varios años un compañero de trabajo es real, a veces uso personajes ficticios para darle contexto a mis cuentos, esta vez juro que no es así, lo que este amigo me contó en unos segundos no lo he olvidado, lo tengo presente a diario, pero eso no significa que haya logrado superar la advertencia.
El amigo en cuestión se llama Julio César, conoce muchísimos pueblos de Colombia, iba de sitio en sitio buscando clientes para proveerles suministros de computación. Es un hombre con muchas ganas de salir adelante, honesto, madrugador y rebuscador, es protestante bien arraigado (no se ofendan porque les quito esa auto-denominación de universalidad que tienen de “cristianos”), hace ya un par de años no se de él, espero que le haya ido bien, creo que francamente se lo merece, tiene su esposa, dos hijos ya grandes, hasta donde sé no ha logrado tener un negocio estable que le permita tener el nivel de vida que desea, pero ahí lo sigue intentando. Teníamos unas charlas muy emotivas cuando de vez en cuando nos encontrábamos, de toda la carreta que echaba ese hombre se me quedó un simple comentario que alguna vez hizo, sin duda es su máxima, y sin duda él mismo no lo sabe:
“…Llegué a un pueblo de la costa, vi en la Plaza de Mercado a un par de muchachos ofreciendo unas gallinas y fumando Pielrojas, volví al mismo pueblo cinco años después, volví a pasar por la Plaza y vi a los mismos muchachos, vendiendo gallinas y fumando Pielrojas. Don José, es que se estancan, no hacen nada nuevo, dejan que el tiempo se los trague…”
Mmmm, don Julito, usted no lee este blog pero le confieso que si supiera todo lo que he pensado en su anécdota… puede que tenga razón, si es que pretenden evolucionar económicamente deberían haber hecho más en cinco años que seguir vendiendo gallinas, lo de los “Peches” no los culpo porque yo también fumo. Qué se yo? deberían vender más animales, tener un negocio más surtido, buscar otras alternativas de negocio con lo que tuvieran a su alcance, e incluso dejar de fumar esos asquerosos cigarrillos y evolucionar también en eso, por ejemplo fumar tabacos cubanos, o al menos cambiar a Marlboro, verdad? Eso sí es evolucionar!! (jejejeje)
Fuera de chiste el asunto no es tan simple, ni Julio ni yo sabemos el contexto de ese par de muchachos, para él evolucionar es que se viera que están en un mejor negocio y que dejaran de fumar después de cinco años, yo sólo veo grave la marca del cigarrillo porque el Pielroja no me gusta ni cinco, de resto me importa poco si los veo o no en lo mismo, como le digo a veces a la gente, a lo mejor son más felices que uno, esas vidas más parsimoniosas, pueblerinas y precarias a lo mejor llevan más conciencia de felicidad y conformidad, eso que buscamos algunos desesperados citadinos en medio de un bombardeo de información y prejuicios que nos complican aún más la existencia.
Yo tengo una rutina en mi trabajo, en mi estudio, en mis aficiones y en mis incesantes búsquedas, no ha cambiado mucho últimamente, cierro los ojos y me imagino sentándome en un guacal, descargando las gallinas y prendiendo el Pielroja, día, tras día, tras día, tras día. Mi mamá viene una vez al año a visitarme, cuando la despido en el aeropuerto me prometo tenerle buenas noticias para su próxima visita, cuando venga y me pregunte qué tengo para contarle ya sé qué le voy a responder: Mamá, pues no son ni buenas ni malas, son agri-dulces, sigo vendiendo gallinas y fumando Pielrojas, dejando que el tiempo me trague!
Saludos

miércoles, 18 de mayo de 2011

ALDEMAR

Aldemar tiene 12 años, la incómoda edad entre un niño y un adolescente. Estudia en un colegio bilingüe, es aplicado, es responsable, es consciente de que debe labrar un futuro, es emotivo, bueno para las matemáticas, prometedor para la música, malo para buscar una dirección en la ciudad.
Lo conocí en una clase de piano, como está mucho más avanzado que yo le pregunté algunas cosas y de ahí para acá entablamos esporádicamente conversaciones. Yo le llevo partituras para teclado de temas clásicos de los Beatles, grupo que quiere interpretar, a cambio me enseña técnicas de digitación que me han ayudado a soltar, yo no soy muy afín con los chicos de esa edad pero Aldemar sí que es una excepción, es de una personalidad incólume a tan corta edad, su mirada es esquiva, sólo en ocasiones está de mejor carácter y se vuelve un poco más receptivo, el resto del tiempo es muy callado, no es muy sociable, no habla mucho de sus papás, parece que no se identifica mucho con el mundo de ellos, sus hermanos son mayores así que tiene como un mundo aparte.
Hace poco nos encontramos de casualidad en un centro comercial y le invité a jugar maquinitas, yo que no soy tan aficionado a los videojuegos terminé relajándome, después de una feroz competencia de carros Aldemar terminó sonrojado de la emoción y riéndose a carcajadas hasta que le dolía la panza, yo nunca lo había visto así de contento, con lo parco y lacónico que es ese niño logré conocerle un mejor rostro, fue aquella una muy buena tarde.
Por ahí seguimos encontrándonos en algunas clases de piano, ahora me tiene un poco más de confianza y me va contando esas cosas que les preocupan a los de su edad, ese chico me recuerda tanto a mí mismo cuando yo tenía 12 años, recuerdo unas actitudes tan similares que yo tenía, sé que no son resabios, no son caprichos, no son traumas, son simplemente la expresión exterior de un mundo interno de telarañas que sólo uno mismo entiende. Sus compañeritos dicen que es aburrido, para mí es un caso interesante, es el tipo de personas con las que más me identifico.
Ojalá Aldemar se deje ayudar, yo sé que le va a servir mucha información que le puedo compartir, por ahora sólo se vale de mí para que le busque las partituras de sus temas de los Beatles…
Saludos…