Eso le cuento mi compae, yo no ejaba e pela el diente, sacaba el sombrero güeno, me ponía el chiro fino, el machete encuerao, y salía muy pinchao por la vereda con Borinquén, si viera como me vían los vecinos, es que andaba jinitico, no se sentía naa, qué porte, que presencia, no jalta el que chismié de onde me lo había robao, qué envidia tenían, ese primer día jue la machera. Endespués empezó Cristo a padecer. Ese vergajo sólo jarta concentrao, y hay que tenerlo en una pesebrera más calentita, el domador cobraba un jurgo e plata, que la droga, que los aperos, que una cosa, que la otra. Ya me tení arruinao, sólo jue el gusto de montarlo, a ese desdichao no le jaltaba nada, pero es que lo que no es pa uno no es pa uno, es que cada tiesto debe buscar su arepa, el día jatal jue un día muy soliao, un día muy azulito, le dio cólicos, hice todo lo que pude, pero no lo pude evitar, se murió el vergajo así no más en un momentico, no sé qué hice mal, ahí tan ahora arrumados en un rincón los aperos jinos y en el rancho la foto del recuerdo, tan imponente que me veía ahí montao, ahora sólo se compae que no me sirve un caballo fino, mucha vanidad pa mi, da bombo pero no más y sí me arruina, ahora toy con un criollito, es lo que necesito, paso como si juera un fantasma por la vereda porque naide me saluda, pero como me sirve el citico, aprendí que es como en las peleas e gallos: no me meto con el mío en las que sé que no voy a a ganar. Así e sencillo compae, o como con el traguito, el güisqui me ampolla la jeta, me quedo con el guarapo.
Saludos,
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